El estado ruso está tratando de jugar un papel central en
las negociaciones por la “paz” y la “salida” negociada del gobierno de Bashar al
Assad, para lo cual pretende que cambie algo, de manera cosmética, para que en
realidad no cambie nada.
Los burócratas y capitalistas rusos, con Putin a la cabeza,
quieren mantener lo esencial del régimen baazista de Siria, porque eso les
garantiza negocios y una posición geo política excepcional, controlando la
entrada y salida de los gasoductos y oleoductos que pasen por el Medio Oriente,
desembocando en el Mediterráneo.
Desde esa ubicación y en función de esos intereses, el
ministro de relaciones exteriores, Sergey Lavrov, se acaba de reunir con una
delegación del Partido de la Unión Democrática de Rojava, que es la organización política a cargo de las YPG e
YPJ, las unidades de autodefensa kurdas.
Según Kurdiscat “La co presidenta de la formación de Rojava,
Asya Abdullah y el representante del PYD en Europa, Xalid Isa, han sido
recibidos por el diplomático ruso, quien anunció que las conversaciones sobre
Siria de Ginebra, previstas para el día 8 de febrero, se posponen para final de
mes”.
En ese marco, la portavoz del ministerio de exteriores ruso
Maria Zakharova, insistió en que los representantes políticos de la región de
Rojava, en el norte de Siria, deberían participar en las próximas
negociaciones, aunque existe el veto de Turquía.
Isa declaró, además, que durante la reunión, el ministro
Lavror presentó un borrador de la futura constitución de Siria en la que se
plantea la posibilidad de que Assad se mantenga como presidente hasta el año
2035, aunque se elimina la condición de que la presidencia debe estar ejercida
por un musulmán.
Teniendo en cuenta que los líderes políticos de Rusia asumen
que casi un 20 % de la actual Siria está bajo control del PYD, el texto constitucional
propone la conformación de una “Autonomía Cultural”, lo que significa un
tremendo retroceso con la actual situación, que es de absoluta autonomía
política.
El pueblo y las organizaciones del Kurdistán deben asumir
que ninguno de los poderes que estuvieron representados en las negociaciones de
Kazajistán - mucho menos Estados Unidos – defiende su derecho a la autonomía y
que, por lo tanto, no habrá manera de imponerla sin pelear contra todos estos, apoyándose en la solidaridad de los trabajadores y el
pueblo de todo el mundo.
No serán las negociaciones y charlas bilaterales
las que ayuden a conseguir este y otros derechos elementales, sino la lucha y
la unidad con otros pueblos que están peleando contra los mismos enemigos, como
la mayor parte de los sirios y sirias, que odian a Bashar al Assad
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