viernes, 27 de enero de 2017

Reunión de Lavrov con el PYD en Moscú: una maniobra escandalosa de Putin contra la autonomía del pueblo kurdo

Por Gabriela Monari 

El estado ruso está tratando de jugar un papel central en las negociaciones por la “paz” y la “salida” negociada del gobierno de Bashar al Assad, para lo cual pretende que cambie algo, de manera cosmética, para que en realidad no cambie nada. 

Los burócratas y capitalistas rusos, con Putin a la cabeza, quieren mantener lo esencial del régimen baazista de Siria, porque eso les garantiza negocios y una posición geo política excepcional, controlando la entrada y salida de los gasoductos y oleoductos que pasen por el Medio Oriente, desembocando en el Mediterráneo. 

Desde esa ubicación y en función de esos intereses, el ministro de relaciones exteriores, Sergey Lavrov, se acaba de reunir con una delegación del Partido de la Unión Democrática de Rojava, que es  la organización política a cargo de las YPG e YPJ, las unidades de autodefensa kurdas. 

Según Kurdiscat “La co presidenta de la formación de Rojava, Asya Abdullah y el representante del PYD en Europa, Xalid Isa, han sido recibidos por el diplomático ruso, quien anunció que las conversaciones sobre Siria de Ginebra, previstas para el día 8 de febrero, se posponen para final de mes”. 

En ese marco, la portavoz del ministerio de exteriores ruso Maria Zakharova, insistió en que los representantes políticos de la región de Rojava, en el norte de Siria, deberían participar en las próximas negociaciones, aunque existe el veto de Turquía.   

Isa declaró, además, que durante la reunión, el ministro Lavror presentó un borrador de la futura constitución de Siria en la que se plantea la posibilidad de que Assad se mantenga como presidente hasta el año 2035, aunque se elimina la condición de que la presidencia debe estar ejercida por un musulmán.  

Teniendo en cuenta que los líderes políticos de Rusia asumen que casi un 20 % de la actual Siria está bajo control del PYD, el texto constitucional propone la conformación de una “Autonomía Cultural”, lo que significa un tremendo retroceso con la actual situación, que es de absoluta autonomía política.  

El pueblo y las organizaciones del Kurdistán deben asumir que ninguno de los poderes que estuvieron representados en las negociaciones de Kazajistán - mucho menos Estados Unidos – defiende su derecho a la autonomía y que, por lo tanto, no habrá manera de imponerla sin pelear contra todos estos, apoyándose en la solidaridad de los trabajadores y el pueblo de todo el mundo. 

No serán las negociaciones y charlas bilaterales las que ayuden a conseguir este y otros derechos elementales, sino la lucha y la unidad con otros pueblos que están peleando contra los mismos enemigos, como la mayor parte de los sirios y sirias, que odian a Bashar al Assad

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