Por Graciela Monari
Después de algunas horas de ocurrido el atentado contra la
discoteca Reina de Estambul, Estado Islámico reivindicó el ataque que se cobró
la vida de cerca de 40 personas al comenzar el Año Nuevo. En un comunicado
difundido por internet, ISIS afirmó que uno de los "soldados del
califato" emprendió la matanza la discoteca situada a orillas del Bósforo.
El texto denuncia a las autoridades turcas por “haberse
aliado con los cristianos”, aludiendo a la negociación que tuvo lugar entre
Siria, Rusia y Turquía, debido a la cual las milicias islamitas que combatían en
Aleppo se retiraron de la localidad para fortalecer la ofensiva del ejército
turco contra el pueblo kurdo en el norte de Siria.
La declaración dice que fue en "venganza" por los
bombardeos contra musulmanes que efectúa Turquía en territorio sirio y acusa al
gobierno de Ankara de ser "servidor de la Cruz", una manera efectista
de denunciar el cambio de bando de Erdogan, que de combatir a Bashar al Assad y
Rusia, se terminó aliando a estos últimos.
"Que el Gobierno apóstata de Turquía sepa que la sangre
de los musulmanes que se está derramando va a convertirse en fuego en su propia
casa", indica el texto, que anuncia nuevas incursiones. Esto plantea una situación
novedosa, ya que la gran mayoría de los anteriores atentados de ISIS en Turquía
solo estaban dirigidos hacia la comunidad kurda.
El presidente Recep Tayyip Erdogan - pretendido “Sultán” de
la reconstrucción del Imperio Otomano - comenzó a recibir medicina de la
propia, ya que muchos de los militantes fanáticos que el régimen organizó para
sostenerse durante estos últimos años, ahora le están dando la espalda, repudiando
lo que consideran una traición flagrante.
Así sucedió con el fusilador del embajador ruso, un joven
perteneciente a la policía que el régimen utilizó para defenderse de los militares “golpistas”
y emprender una dura ofensiva contra la izquierda, las organizaciones kurdas y
el periodismo opositor. ¡Como diría un viejo dicho argentino: no hay peor
astilla que la del mismo palo!
Erdogan se dedicó a armar bandas de seguridad propia,
ganándolas para concepciones muy cercanas a ISIS. Para esto, en agosto pasado, había
designado al general jubilado Adnan Tanriverdi como “asesor” de la materia.
Tanriverdi es el propietario de Sadat, una compañía consultora de defensa
internacional.
Varios legisladores de la oposición socialdemócrata - el CHP
- comenzaron a investigar las actividades de Sadat, sospechando que su misión no
sería otra que la de entrenar a fuerzas paramilitares - oficiales o no - con el
objetivo de librar la multitud de guerras de Erdogan dentro y fuera de Turquía.
Como si todo esto no fuera poco, Erdogan decidió valerse de
la Dirección General de Asuntos Religiosos o “Diyanet”, para convocar a formar “divisiones
juveniles” que deberían asociarse a las decenas de miles de mezquitas que están
diseminadas a lo largo y a lo ancho del país. Bajo este plan, 20.000 mezquitas contarían
con estos batallones en 2021.
A pesar de su aparente fortaleza, el régimen está cada vez
más débil, ya que se partieron al medio sus Fuerzas Armadas durante la
intentona golpista, pero ahora se le están dividiendo las bandas oficiales y
paraoficiales que se jugó a construir para reemplazar el papel del ejército y otras
armas en la represión interna.
Las condiciones para echar a Erdogan maduran. La gran tarea
de las organizaciones de izquierda, democráticas, populares, antiimperialistas
y defensoras de los derechos del pueblo kurdo y otras etnias oprimidas, debe
ser unir fuerzas para impulsar esta perspectiva mediante la unificación de las
luchas y la Huelga General insurreccional.
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