Por Juan Giglio
Según Arab News del 16 de octubre, las fuerzas islamitas “moderadas”
del FSA o Ejército Sirio Libre, “tomaron sin ningún tipo de resistencia la
emblemática localidad de Dabiq”, que hasta ese momento estaba controlada por
las milicias de Estado Islámico.
Arab News, que es la agencia de noticias del rey de Arabia, indicó
que “un comandante de la brigada siria Hamza Brigade declaró que los
combatientes de Daesh ofrecieron una mínima resistencia”.
Aunque es un pueblo pequeño, Dabiq tiene un alto valor
estratégico, porque está ubicado en la ruta que conduce hacia otra localidad
mucho más significativa -hoy por hoy asediada por todos los sectores en pugna- como
es Al-Bab.
Saif Abu Bakr, jefe del FSA a cargo de la toma de esta
localidad, dijo que “un poco más de 2000 combatientes opositores la tomaron con
el apoyo de tanques y artillería del ejército turco, al mismo tiempo que los
extremistas dejaban el terreno de la villa totalmente minado.”
Estado Islámico había tomado control del pueblo, que en ese
momento contaba con una población de 3000 habitantes, en agosto de 2014. Con este
movimiento, el FSA -apoyado por el régimen turco- se están acercando a uno de
los últimos bastiones de ISIS en la provincia de Aleppo.
La toma de Dabiq sin “resistencia”, igual que la de Jarabulus,
demuestra que esta “ofensiva” es una farsa montada por Turquía, que afeitó a
los combatientes de ISIS, les cambió sus uniformes y los presentó como “combatientes
moderados del FSA.”
La política de Recep Tayyip Erdogan continúa siendo la
misma, porque por un lado -con o sin los mercenarios de ISIS- mantiene el
objetivo de reconstruir el viejo imperio otomano, extendiendo su influencia
hacia Siria e Iraq; de ahí su insistencia en participar activamente en la
batalla por Mosul, que comenzó a librarse en estos días en Iraq.
Por el otro, porque mientras hace esto se propone uno de sus
objetivos prioritarios: aplastar los cantones de Rojava, que son una amenaza a
su poderío debido a la influencia “subversiva” que estos tienen hacia adentro
de Turquía, que cuenta con la población kurda más grande del mundo.
Para esto, el régimen liderado por el “Sultán” Erdogan cuenta
con el apoyo de la presidencia de Estados Unidos, Putin, Irán y el mismísimo Bashar
Al Assad, quien más allá de las diferencias que mantiene con Turquía y sus
políticas expansionistas, coincide en un punto central, que es el de liquidar l
resistencia del pueblo kurdo.
Los/as luchadores/as de Rojava deben asumir que esta
realidad demuestra que no conquistarán la libertad, la democracia y el
federalismo por el cual pelean de manera heroica, sin derrotar a todos estos
enemigos, apoyándose en la solidaridad de los únicos dispuestos a brindársela
sin condiciones: los trabajadores y los pueblos de Medio Oriente, Europa y el
resto del mundo.
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