miércoles, 24 de agosto de 2016

Los yanquis se sacaron la careta: ¡Después de usar a las milicias kurdas les exijen que retrocedan y les dejen el terreno libre a Erdogan y Bashar!

El territorio rayado de rojo está vedado por los yanquis a las milicias kurdas, que para unificar los cantones deben ocuparlo.
La guerra que viene librándose en Siria e Iraq está siendo ganada por la fracción imperialista liderada por Obama, el imperialismo europeo, Putin, el Papa y Rohuani, que son los promotores de las negociaciones de Ginebra y del Pacto 5 más 1, mediante el cual se le levantó el bloqueo a Irán.

El bloque derrotado -que incluía a ISIS- y está conformado por un sector del Partido Republicano yanqui, el sionismo, Arabia, Qatar y Turquía, se está acomodando a las condiciones impuestas por los vencedores, que para avanzar se tuvieron que apoyar -circunstancialmente- en las milicias kurdas.

Para eso, luego de la toma de la estratégica Manbij y la profundización del asedio a otros dos bastiones de ISIS -Mosul y Raqqa- comenzaron a desarrollarse una serie de reuniones entre Putin, el Vicepresidente de los EE.UU. -Joseph Biden-, los jerarcas iraníes, Erdogan y los representantes de Bashar Al Assad.
Allí se reafirmó el papel que jugarán todos estos y la necesidad de desprenderse de ISIS y los rebeldes kurdos, ya que todos coinciden en que la extensión del “federalismo” de Rojava cuestiona la “unidad” política que reclaman los imperialistas para consumar el saqueo y mantener los privilegios de las burguesías locales.
En ese sentido, Putin, Obama y compañía aceptaron que Irán juegue el papel de “gendarme” de la gobernabilidad capitalista, usando su propio ejército, las milicias libanesas de Hezbollah y las instituciones del régimen baazista de Siria, que, al menos por un tiempo, continuarán siendo comandadas por Bashar Al Assad.

Luego de la reunión con Erdogan, el vice yanqui fue directo: les exigió a los kurdos que “se retiren de Manbij y no vuelvan a cruzar el Éufrates”, o sea tanto que “dejen de lado la idea de unificar los cantones”. Inmediatamente después de la advertencia, las tropas turcas invadían la ciudad de Jarablus, ubicada justo en medio de los cantones de Afrin y Kobane.

Mientras el primer ministro turco  Yildirim daba cumplimiento a las órdenes de Biden, el presidente sirio Bashar Al Assad -con la solidaridad de sus amigos Putin y Rohuani- dejaba correr la invasión turca al territorio que reclama como propio, “condenándola”, declamativamente, para guardar las apariencias.

La nueva división de tareas capitalista descarta a ISIS y les abre las puertas de Ginebra a las bandas menos recalcitrantes, para que ingresen al proceso de “transición” sirio que están pergeñando Obama, Putin y Rohuani. Un proceso que puede aceptar muchas cosas, menos la satisfacción de las demandas elementales del pueblo kurdo.

Más allá de las contradicciones que tendrán lugar mientras intenten “acomodar los tantos”, todos coinciden en aplastar al enemigo común -el sistema federal de los cantones de Rojava- para lo cual se valdrán de las conversaciones de Ginebra y la presión militar conjunta de las fuerzas armadas y las bandas contrarrevolucionarias.
El pueblo kurdo continuará enfrentando enemigos poderosos, algunos de los cuales dejaron de ser sus “aliados” circunstanciales. Sin embargo, los nuevos enfrentamientos tendrán lugar en un escalón superior, ya que la causa kurda comenzó a popularizarse tanto, que podrá contar con la solidaridad más consecuente: la de los trabajadores y los pueblos de todo el mundo.

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