sábado, 16 de julio de 2016

El Sultán Erdogan, el gran ganador tras el golpe fallido


Por Martín Romero

Aviones en vuelo rasante sobre Ankara. El Parlamento y las oficinas del MIT, bombardeado s por aviones F-16 que despegaron de la base  de Incirlik, esa base asignada a la OTAN, pero que el gobierno del AKP no quería habilitar para la Coalición anti-ISIS. El presidente Erdogan volando en avión y llamando como buen hipócrita a “defender la democracia”. El primer ministro Yildrim subido a una épica de guerra. Efectivos del régimen sirio, en Latakia, festejando con disparos de ametralladora el supuesto triunfo del golpe al otro lado de la frontera. Los ministros de relaciones exteriores de EEUU y Rusia, John Kerry y Sergei Lavrov, juntos y a la expectativa. Como mirando un partido de fútbol en el cual no demuestran alentar a ningún equipo pero si sabiendo por quien apuestan, no emiten declaraciones en ningún sentido hasta no conocer el resultado del match.
Los sublevados, militares profesionales, de los más preparados y equipados que hay en el mundo, siendo derrotados por policías, gendarmes y grupos parapoliciales leales al gobierno del AKP. Esos soldados que muestran a diario su violencia criminal en la campaña contra el pueblo kurdo encuentran una respuesta más violenta y criminal aún por los supuestos “defensores del órden democrático”. Son linchados y decapitados una vez que se rinden, como si hubieran caído en manos de Daesh.
Así fue como Erdogan vuelve en su caballo alado, descendiendo victorioso sobre una alfombra roja, teñida por la sangre de su campaña sobre los kurdos y el pueblo trabajador turco, suponiendo que lo llevará a la grandeza de ser el nuevo Sultán. Logrará inclinar la balanza al interior de los Lobos Grises a favor de la facción islamista, purgará a las FFAA para encolumnarlas tras su figura y convertirlas en el Nuevo Ejército Otomano. El Sultán del Palacio de las mil habitaciones, el admirador de Hitler, hace eco de su “defensa del órden democrático” (y como regalo de Dios, según sus propias palabras), en el mundo.
Organizaciones progresistas y de izquierda en Occidente celebran la derrota de los militares sublevados, desconociendo que esa victoria no es del pueblo turco, y que tiene un claro ganador, llamado Recep Tayyip Erdogan. Imagino que no pensarán que este siniestro personaje es un amante de la democracia. ¿Qué canal están viendo? De tan rara la situación, termina siendo muy clara: Una camarilla de militares autoritarios, recostados en la OTAN y alentados por los EEUU y Rusia intentan derrocar a un gobierno autoritario. Este gobierno, enterado de antemano de la situación, obtiene su propio Pearl Harbour interno, que le sirve como excusa perfecta para avanzar en lo que no había podido hasta ahora. ¿Dónde está la victoria del pueblo turco, que está en el medio de una guerra entre sectores autoritarios, que desprecian la democracia?
Por ahora, el Sultán sigue siendo el hombre fuerte. Ese que manda a las mujeres a hacer las tareas hogareñas. Ese que moviliza a las fuerzas represivas contra las minorías. Ese que apoya clandestinamente a la violencia extremista, hace negocios energéticos con Daesh y usa a los servicios de inteligencia para realizar atentados terroristas contra el propio pueblo turco. Con los militares, o con el AKP, Turquía solo estará envuelta por el manto del autoritarismo.

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